viernes, 23 de marzo de 2012

La verdad es que a todo el mundo le gusta pensar que puede ser fuerte. Pero ser fuerte no solamente se trata de ser duro. Se trata de asimilarlo. A veces tienes que darte a ti mismo permiso para no ser fuerte por una vez. No tienes que ser duro cada minuto de cada día. Está bien bajar la guardia. De hecho, hay momentos en los que es lo mejor que podrás hacer. Siempre que escojas tus momentos con cabeza.

En la vida llega un momento en el que te conviertes en adulto. Tienes edad para votar, para beber y para otras cosas de adultos. De pronto esperan que seas responsable. “Sé adulto”. Crecemos. Nos hacemos mayores. ¿Pero alguna vez somos adultos del todo? En ciertos aspectos crecemos. Creamos una familia. Nos casamos. Nos divorciamos. En general seguimos con los mismos problemas que cuando teníamos 15 años. Por mucho que crezcamos y nos hagamos mayores, seguimos tropezando. Siempre dudando. Eternamente jóvenes

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